7.15.2024

exotic tropical flowers / de lo despreciable

 “exotic tropical flowers/apuntes de NYC-80s”,

 © om ulloa  (updated yesterday because...)


a finales de los 80 viví en NYC. o malviví, tal vez en contra de mi voluntad por ser impuesto parche del destino de otros, quiensabe. allí trabajaba incansable en una aventura que fracasaría, pero hecha con ganas. era joven y quería vivir, luego de un año de insoportable mortandad. me movía ágil entonces por todas las bifurcaciones que se presentaban. en NY nada me importaba. subir o bajar, llegar o irme. todo me daba un carajo. así, me tiraba a cualquier chance que fuera salir de la oscuridad, solo para sentirme viva.


un día volé de NYC a DC en TrumpAirlines. iba a ver una loca maravillosa pelirroja quien me había pagado el pasaje. yo era pobre, pero atractiva, me decían. y en aquel momento tenía "novias" en plural, tal y como debe ser. es un hecho: el poliamor es mejor. y hoy, solo es un recuerdo empalagoso pero agradable.


el día antes de irme le había colgado el teléfono a otra, imperiosa pero hermosa. alguien que conocí por medio de otra joya de aquel momento explosivo, la libanesa. de paso por NYC, la imperiosa me invitó a un café que se convirtió en un enredo de palabras, lenguas y sin-taxis. llovía y quien no se resistía, caía y se mojaba. insistió en "otro café" porque el primero fue inolvidable, decía y yo me reía. dudé, claro, mareada por deseo, vicio y placer, trilogía de mis treinta años. la libanesa ibayvenía a NY, adicta preciosa y aromática. la pelirroja esperaba, ansiosa su risa y su energía, promesa de nueva vida. y la imperiosa, hincada en mi oreja, precisa, insistía. pero se llamaba igual que la artista, maravilla ya pulverizada en ácaros ácidos y, la verdá, aún no podía. no, dije, por mucho que me gustara la insistencia de la intensa por repetir el café. y le colgué.


y así, traicionera viciosa y pendeja, en aquel avión, me puse a leer los periódicos que repartieron (yes, they did that then). hablaban del caso Central Park Five, sobre cinco jóvenes negros que fueron injustamente acusados y acosados por DT con páginas enteras en el NY Times, donde pedía la muerte de los muchachos a gritos. 


y a partir de entonces, esa presencia insistente, maldita y desagradable, arrastrando ante las narices públicas el diluvio de bancarrotas, divorcios, estafas, violaciones y mierda humana a chorros del HP criminal, misógino, violador, pedófilo y estafador, el más grande de nuestros tiempos. hasta apoderarse de la ignorancia de todo un país ignorante, inculto y orgulloso de serlo, inconveniencia del imperio, y plantar sus ínfulas de racismo, violencia y antidemocracia a las puertas de todos nosotros, amenazándonos el futuro, la libertad, la vida.


hoy, la intensa es trumpista despreciable. la libanesa falleció, lejos de mis despreciables mentiras. la pelirroja debe ser casi zionista despreciable, me imagino. y la artista de mentiras conceptuales no me quiere ver ni en pintura ni en fotos ni esculturas ni versos ni sonatas, y menos en recuerdos, pero a veces me observa de lejos, como por un despreciable telescopinterno. al menos no es trumpista, pienso queriéndole dar algún crédito. porque... qué desgracia todo, tanto, las ruinas y los desamores, cuando pudiéramos sentarnos a tomarnos un café, un día de lluvia, en cualquier ciudad, todas viejas y tranquilas besarnos con ojos cansados como si los recuerdos que se nos esfuman no dolieran tanto como los que se quedan. y reírnos, de todo y del despreciable ridículo de nosotras mismas. 


y ya de paso… qué horror y desgracia que el comemierda muchacho torpe —infeliz acosado toda su vida por los mismos de siempre— se dejó comer el cerebro por el odio hasta que se lo comió a él, impulsándolo a querer matar a quien más se lo inculcó, para luego ir y fallar el tiro. qué puta desgracia universal y despreciable. 




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