de la Antología "En el ojo del viento" , 2005
isabel y malena: om ulloa
malena, alcánzame el martillo, que se me cayó la hoz.
isabel se revuelca entre los clavos y tornillos esparcidos por el suelo. sobre la mesa un búcaro de empolvados tulipanes plásticos regalan color. ayer cayó un relámpago en el patio y abrió las losas como violación de fuego. isabel quiere arreglar lo dañado. quiere coser a martillazos y concreto fresco el abismo que separa ambos lados del patio, allí donde se mecen las palmeras y cantan los grillos, donde de un lado reside isabel y del otro malena. juntas pero no revueltas. la hoz cayó en pico y desgarró la infraestructura del patio. qué destrucción, qué desastre. los aullidos del vecindario hacen eco en el patio. caen rayos del cielo. no hay comida. se fue la luz otra vez. se avecina otro huracán. y las mujeres transparentes que cuelgan de las hojas de la areca murmuran que así no pueden seguir. malena las escucha sin hacerles mucho caso, ya no se cree el mismo cuento de siempre. isabel piensa que en reparar lo roto se crea la posibilidad del futuro. lemas así golpean la pobre cabeza de isabel a martillazos, la misma que con su traje de miliciana puesto y su rifle al hombro apunta a malena. y ésta se mece en la hamaca, indiferente a los pedidos de isabel porque malena, además de no temerle a los rifles militares, ni a las escopetas de hambrientos cazadores y mucho menos a los revólveres humeantes de las revoluciones, siempre ha pensado que lo roto, roto está y así ha de quedar. "rompido". confiada en su creencia se mece encuera en la hamaca, diosa tropical de tetas grandes y papaya frondosa, y le tira besos a las melenas ondeantes de las arecas del patio. mientras tanto, isabel se va a comprar cemento en el mercado negro para reparar las grietas que causó el rayo que jodió toda la infraestructura de concreto que tantos años tomó añejar.