hoy, en t u m i a m i b l o g
Miranda, Fidel, Pablo, Exequiel, la isla y el pantano
de om ulloa
Después de leer el excelente relato sobre Miranda, el pseudoFidel que debía un gallo, me doy cuenta de que ya lo conocía como el mitofábula que es. Lo cierto es que el autor narra su versión con gracia y maestría, y así descubre detalles que la historia ha absuelto, pareciera. Aun así, percibo un grave olvido. No se menciona al verdadero culpable del fraude, Pablo Cubillas, también conocido a veces como “Puebloecuba”. Se lo recuerdo al autor porque sin Pablo, nunca pudo existir Miranda y mucho menos Fidel.
Pablo, le cuento, se creía un tipo fino, superior, bien vestido, leído y comido hasta que el susodicho Fidel dijo que no, que siempre había sido un miserable churrioso, analfabeto, mal vestido y mal comido, y que por lo tanto merecía una revolución y más de medio siglo de castigo encerrado sin salir en lo que decía era una isla paraíso. Miranda, en su usurpador papel de líder máximo, no pudo hacer nada al respecto —aunque ganas no le faltaron, a veces, de abrir las compuertas, harto de tanto engaño, timo, estafa, trampa, falacia, defraudación y desfalco— pero el jimagua de Pablo sí pudo escapar… más o menos.
Ah, disculpen, olvidé comentarles que Pablo tiene un gemelo, menor por apenas horas. El otro Cubillas se llama Exequiel, también conocido a veces como “Elexilio”. De niños, la madre de ambos, madre soltera por sata con cualquiera, llamada Patria Cubillas, se desgañitaba llamándolos por el barrio: “Pueblitoecubaaaa, ven a bañarte, sopenco churrioso. Elexilitooo, no te quiero ver cruzar la calleeee, sopenco atrevido”. Pero me aparto del tema, disculpen. Exequiel también se creía un tipo superior, bien vestido, leído y comido, y por mucho que Fidel, y luego Miranda, le repitieran que no, que no lo era, Exequiel contestaba que “sí, coño, que lo soy, aunque me tenga que ir al mismísimo infierno a demostrarlo”. Algo le decía que había surgido otro tipo de paraíso de un pantano no lejos de la isla.. Y Exequiel, más o menos bien vestido y comido se fue con lo puesto y aterrizó no solo en aquel pantano, si no en miles de pantanos que surgieron con el tiempo. Y allí, allá, acullá, se empantanó y echó raíces.
SIGUE
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