estas imágenes vistas en Gothamist --del jardín-rodante dentro de un camión que el artista-grafitero Banksy anda paseando por Nueva York estos días-- me han traído precipitados recuerdos de mis días nuyorkinos en el magnífico mercado de las flores de esa ciudad. (una vez hablé de ello aquí.)
fue a finales de los 80 que me fui a nyc. mi primer gran intento de "jugar al amor en serio" había fracasado, bruscamente. chicago se me hacía insoportable con su gris belleza de acero envuelta en recuerdos verdes. miami no era una opción --nunca lo fue. atrapada en un trabajo editorial para "sobrevivir", había abandonado mis dos grandes pasiones artísticas, la fotografía y la escritura. tenía que irme o matarme, me dije después de unos meses, cuando me enteré de toda la verdad, bruscamente. me miré al espejo y me desreconocí, hecha mierda. dos amigos me habían invitado a participar en un atrevido negocio de flores en nueva york. íbamos a ser cuatro gatos con poca experiencia y dinero, pero con juventud y ganas íbamos a vender flores tropicales y más en el gran mercado de flores al por mayor de nueva york. la reflexión desconocida del espejo me empujó a llamarlos. "¿te cuadra?", me repitieron. "me viene como anillo al dedo", contesté.
y me largué, dejando todas mis vidacajas repletas de fumarolas apagadas desperdigadas por húmedos sótanos chicaguenses. cajas que no volví a abrir hasta hace apenas unos meses. cosa que no debí hacer, pero ése es otro cuento. y zas, caí en el quinto piso de un "pre-war-walk-up" en la calle 22, en chelsea antes de ser "Chelsea", en un cuarto alquilado a una long-islander cuyo acento empegostado se me hacía difícil interpretar. una vez colgadas las fotos indispensables y desenrrollado el futón en el piso, corrí hacia el color y el aroma de las flores de la calle 28, entre la avenida de las américas y la siete. allí, entre pétalos, estaba mi sanación, me dije.
fue una experiencia magnífica, aunque no del todo exitosa. y como parte de ella, yo-la-omulengua, el-omuclick-manipulador de imágenes, guardé los cuadernos, las mont-blancs y las cámaras, y con deleite infantil me montaba en un enorme camión repartidor de flores cada semana a las cuatro de la madrugada. a carcajada limpia y cagándome en la madre de los taxistas con quien chocaba, así rodé por todo NuevayoL y cercanías, incluyendo NuYersy y LonaIslan hasta FilaDelfia, acompañada a veces por una colombiana tan desesperada, ciega y loca como yo, otras por una arrebatada y kinky pelirroja o por un iraní que era un deleite casi turco, o de vez en cuando --en las escapadas a los aeropuertos-- por bellos mulatos antillanos, oyendo reggae a todo dar y hablando en jerigonzas caribeñas, fumadas entre todos.
el trabajo era duro, físico. pero la adredalina era droga, elixir casi. hacíamos de todo, entre todos. y cada vez que yo, en medio de las madrugadas frías o calientes, abría la parte de atrás del camión después de haberlo cargado de todo tipo de flores, y las contemplaba, desbordándose tallos y hojas de los estantes y los cubos, y sus esencias florales me atacaban, sentía que renacía en medio de la urbe más asquerosa y bella del universo. renacía como fénix de las cenizas, pajarraca deshecha reconstruida y dispuesta a volar por encima de la selva y sus junglas humanas en flor.
y ese sentimiento de libertad y euforia fue el que me revisitó por unos minutos al ver estas fotos, con la parte de atrás del camión abierta y la mujer de pie, de noche, mirando el interior del camión, sola frente al húmedo paraíso, aunque observada y fotografiada. su jardín privado dentro del camión destartalado y requetegrafiteado, arañado, como yo y mi camión y mi jardín de entonces.
claro, que todo aquello hoy se siente como un sueño más. otro que también se convirtió en pesadilla, pero que fue una fiesta mientras duró, como todo sueño que se merezca la ilusión, no importa la duración.
y este Banksy-camión es hoy toda una fiesta en el jardín salvaje de Nueva YorK. © om ulloa
10.07.2013
KingBlueTooth
looks a bit like a crown...
seen @ The Guardian/Mind your language blog: Words are stupid, words are fun
English is a marvellous mashup of words. A few Celtic placenames. A stock of Old English words (day and night, black and white, food and drink, life and death, beer). More than twice as many words adopted from Norman French (marriage, parliament). Sometimes competing words from both: motherhood (Old English) and maternity (Norman French). Words of Greek derivation, like octopus. Words of Latin derivation, such as campus and ultimatum. Words from all over the place: Welsh (corgi), Irish (brogues), Arabic (algebra), German (hamster), Chinese (typhoon), Japanese (tycoon), American Indian (tobacco), Hawaian (ukulele), and many more.
...
Technology is a continual source of new words. The man who developed the wireless technology Bluetooth in 1996 was reading a historical novel about Harald Bluetooth, a 10th-century King of Denmark, at the time and appropriated his name. Spam, in the sense of unwanted emails, was named after the 1970 Monty Python cafe sketch in which Spam, in the sense of unwanted canned meat, was compulsory in every dish. ...
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