escultura: Leonardo Gutiérrez Guerra
hablemos de sexo. del acto que conlleva la acción de hablar del “concepto” sexual: de llenarnos la boca de invisibles jugos que describan las múltiples interpretaciones de lo sexual que puedan existir.
difícil, ya que no hay cosa que cause más incomodidad en muchos que hablar de “eso”. se les paran los pelos y se les pone la piel de gallina. se ruborizan y muy de vez en cuando a algún que otro “pajero verbal” se le rotan las pupilas y aprovecha la ocasión para soltar chistes y groserías. ¿y por qué tanto pudor? hay varias razones.
la primera tiene forma de cruz y ha sido trajinada en un librito “sagrado” por autodenominados “padres” y “santos”. tales apelativos dicen sacrificar con su “santidad” la urgencia bestial que nos cosquillea entre las piernas a los demás diablillos terrestres. esa debilidad tan nuestra le da a ellos el poder divino y paternal de guiarnos, aprobando o no nuestras acciones con castigos y llamamientos de acción a los ejércitos celestiales que han pasado a mejor vida, sin que les pese la ingle. sin embargo, muchos de los “padres” terrestres más “santos” e importantes no reprimen ni sacrifican su inclinación por las túnicas y joyas ni por la carne joven e inocente. el sexo, o la prohibición del mismo, es algo clave en la hipocresía entre tanto santo. lo que explica mucho o poco, según se quiera ver, sobre el tema. SIGUE