Futuro dí, lema
om ulloa
Seamos optimistas. Pensemos en el futuro, y no me refiero a la venidera Confección de Corte y Costura del PCC donde el invisible hombre nuevo demostrará otra vez que es viejo, indeseable e inútil. Miremos más allá, pero sobrevolando el pasado —porque pa´lante siempre hay que coger impulso pa´tras, aunque lo negaran los absolutistas de nuestra reciente historia, los que hoy a empujoncitos regresan a nuestro fructífero pasado corrupto de musiquita, gozadera y turistanga para arraigarse a un futuro de “repartámonos el trovabisnes, el jinebisnes y el turisbisnes y démosles el forrabotobisnes” en un intento de salvar su corrupto y desastroso pasado. Yo que no tengo otro pasado cubano “en mi tierra de madre” que el que las circunstancias me otorgaron, he conjugado mis peores tiempos pensando en el futurible futuro cubano —favor de visualizar con brisas de ley y democracia multipartidista en hamaca que, aunque llena de parches y con hebras sueltas, se mece dichosa bajo una voluptuosa palma constitucional— que ha de tocarme a cambio, algún día. Porque al fin y al cabo, me digo “no habrá nada imposible de alcanzar a partir de lo que somos hoy”.
Por eso, optimista, no paro de pensar en las primeras elecciones del futuro cubano. ¿Se las imaginan? ¿Recuerdan la orgía de partidos en las elecciones españolas de 1977, dFF? Pues las nuestras dFCRC serán la apoteosis, con un sinfín de di-lemas electorales. Piensen más allá de la fábula infantil “Vamos bien”, del estancado gerundio del engañador bolero “Estamos haciendo el socialismo” o de la consecuente trova linfática “Ahora SÍ estamos haciendo el socialismo”. Piensen, sientan, visualicen, a todo volumen y saturadas de color, vacilón y sudor “las farsas que antes del triunfo revolucionario se amparaban en las grandes necesidades sociales disfrazadas de un clímax [sic] -festivo- de congas, pasquines, altoparlantes, plan de machete, compra de votos a cambios de falsas promesas, y fraudes en las urnas”. O escenario muy parecido, porque en resumen… el clima carnavalesco, con orquestillas fieles a la causa, el pan con lechón y la mala cerveza a chorros del parapeteado “pan y circo revolucionario” es lección bien aprendida de aquellas farsas pseudodemocráticas de antaño, y serán tierra fértil de nuestro pulquérrimo futuro electoralmente alterado.
En estas nuevas elecciones ningún candidato se atreverá a decir que “el obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”. No, la cosa irá más bien por charcuterías chotas a lo “se acabó la revolución, a pensar en el salchichón”. Tal vez algún marielito se atreva a postularse con este lema: “Vota por el regreso de la escoria con historia, que ya se acabó la histeria”. Y hasta la gran orquesta Aragón tendrá oportunidad de demostrar su flexibilidad musical al volver a soplarle la flauta al candidato que coja la batuta del “quien sabe, sabe”, porque “el que siembra la lechuga, que se coma la ensalá … si tú te fuiste con otro, yo no te doy mi perdón” y por lo tanto… dale, a todo dar charanga, maraña y flauta: “…lechuga para uno, lechuga para dos, lechuga para todos y menos para mí…”.
Imagínen lo que sigue...