súcubos isla, cuando estés decúbito supino te quiero cubicar para medirte profundo al cubo como lo que eres, una cuba cualquiera, y calibrar entonces tu estrecha longitud con cautela para meterla con exactitud en la cavidad de tu subterránea incubitud… tú, flotante vasija de caótica leña que apenas contiene once mil millares de litros vacíos de irracionalista leche vencida… tú, quincuagésimamente tendida en la ribera funeraria del abuso de tu íncubos de octavilla y media…
él apenas vivo y tú, casi muerta.
tú, que te compones de tantas duelas y más dolores que compuestos, y él con sus herensocios ansiosos cubriéndote el cadáver con toda la cubertería necesaria para que te coman otros, infiltrados por ese íncubos proxeneta a quien nunca vieran dándote ni en cenizas a los once mil millares de ideales borrachos, curdas ejemplares de sus promesas, a quien jamás vieran dándote en migas a los dos millones de mariposas huidas del fermentado brebaje de tus flores de cañas…
él apenas vivo y tú, casi muerta.
tú, tan cuba cualquiera, esbelto tonelete de fácil culo sobresaliente en el burdel caribeño; tú, que permitiste que él te cerrara los extremos con hierro y tablas, sin salida tus flujos y quejas; tú, reina del concubinato del rey muerto rey puesto; tú, que dejaste que él censurara tu pico vertiente de expresión sin ton ni son; tú, la misma que se colgó chapas metálicas con su nombre de falso devoto en tus muros húmedos por doquier, incubándolo, alimentándolo, permitiendo en tus venas el desleal veneno de ese tu íncubos cruel que aun hoy, decrépito, intenta violar tus despojos de prostituta ilusa con su índice tieso…
él apenas vivo y tú, casi muerta.
tú, tan isla histérica como enchumbada de fatamorganas coloniales precipitadas de huracanes tropicales y ráfagas foráneas; tú, la débil cubasí apuntada por el dedo del norte; tú, la heroica cubasisisí del sur sin valor con el no a cuestas; tú, chiringa inflada de consignas mojadas, papalote deshecho de hambres e ilusiones tú, una cuba rodante en carricoche fúnebre, súcubos agujereada por el destino de bala perdida de tu íncubos, aplastante fiera del miedo lerdo de tus borrachos ideales, abandonada por la fuga veloz de tus mariposas idas sobre cien pies de hierro…
él apenas vivo y tú, casi muerta.
y él, íncubos incapaz ya que transita sofocado sobre ruedas oxidadas, jinete apocalíptico de sus centelleantes mentiras te pasa por el lado, isla; él, calamidad de carne y hueso y tiempo, comandada de prisa su carrera a la reinvención al ver tu reciclable inmortalidad porque tú, súcubos demonio de mar y tierra tú, renaces flotante astilla abollándote fresca como una cuba cualquiera camino a tu cubil de paja seca, y por fin caes y te rompes, te rajas y extiendes tus duelas, abres tus extremos, reniegas tu entrega, fluyes tus quejas, liberas tus hambres, abres el pico y gritas… y él, apenas otro pingajo humano, gesticula en el aire lo que fuera un dedo…
tú viva y él, muerto.
© om ulloa
prev. publicado en el Guamá, sedición especial, aquí