en Penúltimos días, blog de asuntos cubanos
un texto de om ulloa
Somos una escalera vieja y coja, tú y yo parte de los peldaños huecos, esos eslabones perdidos a la putridez del abandono.
Lo dije mirándola y pensando en la interminable escalera que me llevó al mirador de la antorcha de la Estatua de la Libertad, en Nueva York en el verano de 1977. Peldaños y eslabones perdidos, lo repetí sin ira mirando a la chica, anestesiada como estoy por la costumbre de saber esa escalera metáfora de mi “liverdad”, a medias. Sin duda mala idea fue aquélla de subir la simbólica y estrecha espiral en medio del gentío y el calor, recordé al ver a la muchacha sudar gotitas indiscretas, porque al llegar a la cima el vértigo me venció y la bahía de la gran ciudad se meció bajo mis pies como el malestar que empezaba ahora a cosquillearme el estómago mientras escuchaba hablar a la joven.
La muchacha, cubana, me hablaba de su experiencia. Nada que ver con la mía, he ahí la llaga y la náusea. . . .