no sé por qué, o tal vez sí... pero me ha dado por recoger viejas, y a veces viejos, en las paradas de autobús, o si los veo caminando lentos con bolsas detengo el coche y les hago gestos para que se monten. me miran de reojo desconfiados. algunas se niegan, temerosas. otras sonríen agradecidas, arrugas y ojitos débiles, dientes opacos y pelo recogido, me regalan un suspiro... ohDEARlord! las miro y devuelvo la sonrisa, abierta pero huidiza. y por qué hago esto, a ver. y por qué no. las viejas, como los perros, me huelen salvavidas sin serlo, yo insignificante heroína de ajenas catástrofes nuevas. torpe chófer de la indignidad de la viejitud, el horror de no poder correr, volar, liberarse de tal peso... SIGUE