11.27.2014

gracias

dar gracias. buena idea, aunque uno crea que no haya motivos, que son todas ridiculeces del capitalismo gringo. dar gracias aunque uno se sienta ahogado en un cubo de mierda de vida podrida y nada sea como debiera serlo. sí, dar gracias por nada, y a cambio de nada. a la vida escuela y su oscuridad maestra. 

esta fiesta americana siempre fue mi favorita, considerando que llegué a este país casi adolescente, con tradiciones híbridas catocomunistas. por eso todo el rollo de los indígenas y su buena fe hacia los cara pálidas y pesteApata sonaba groovy. eran los setenta del siglo pasado. love, peace & souuul train. años de descubrimientos juveniles. keep on trucking staying alive. ya luego en los 80, con mis padres idos al sur, yo en el norte disfrutaba mucho mi independencia y los thanksgivings con parientes más afines y amistades y romances breves. la idea del potluck dinner me encantaba, tan democrática. los días de fin de otoño, el olor a leña, el grupo colaborando a darnos calor "en familia" escogida, que son siempre mejores. eran celebraciones tan distintas al grotesco exceso de mis Navidades mayamenses, donde en casa de mis padres se reunían entre 50-60 amistades y familiares. y la tomadera y el bailoteo empezaba temprano hasta las tantas. detestaba todo aquello y trataba de escapar, pero había que ayudar a mi madre a preparar sus manjares por obligación. tal vez así, en contra de mi voluntad, aprendí a cocinar un poco, pero nunca como ella, tan sin esfuerzo y con tanta gracia y sabor.  y mi padre, excesivo y glotón, henchido de orgullo en poder ofrecer tanto a tantos.  abundancia, palabra clave en su vocabulario. y toda aquella gente, ¿dónde está hoy? muertos, idos, reñidos, olvidados. sobre todo por él, que se empeña en olvidarlo todo menos insultarme a mí, que soy su guardián carcelero. 

con los años mis thanksgivings han sido variados y cada vez más íntimos. tal y como siempre los he preferido. tranquilos, para dar gracias a sotto voce. pero éste es el más triste de todos, tal vez el último con ellos. y éste es el primero sin eLLa, mi sous chef favorita, tan lejos porque las circunstancias de los últimos meses nos han sacudido todo. los esquemas y planes. las idas y venidas, tan en vano. eLLa me dice que va a ir a ayudar a un shelter un rato. guardo silencio. tan benéficas las dos, ayudando al prójimo. estupendo, le digo. cuéntame luego. nos extrañamos pero para qué decirlo, si esto pica y se extiende. lo sabemos, lo asumimos. pero cuesta. cuesta tanto no dar el paseo por el lago y sentarnos un rato en el jardín japonés de Lincoln Park. en silencio. esperando la hora de ir a casa de la china. o de las colombianas. o regresar a casa, comer tranquilas mirándonos con el inmenso agradecimiento de habernos encontrado. inmenso. 

cierto, no tengo mucho por lo que dar gracias hoy, en concreto. tal vez en medio de este abismo no recuerde nada bueno y me aferre a mis hábitos. pero quiero ser agradecida con la vida que me está pateando. quiero dejarle saber que tanto como me ha quitado me ha dado. y aunque hoy no sea el mejor día para recordarlo, hoy que tanto quiero y necesito y no puedo obtenerlo, hoy doy gracias por poder seguir intentándolo. 

que todos gocen hoy y siempre de la paz que trae el agradecimiento de estar vivo. por lo menos.