alguien fue a la Fermosa y tomó fotos... este es el piso de la sala de mi casa matancera... y me lo mandan. es lo único reconocible, aún colorido geométrico. tan de moda hoy las losas cubanas, todo lo cubano... por prohibido y desvencijado, "auténtico" dicen los que allí nada perdieron... valores materiales y emocionales... una vida, un pasado, un futuro, una infancia... de pronto verlo me sacudió algo, aún no sé qué. ni quiero saberlo. al fondo el reflejo de la Luz del patio... donde estaba la areca. tras la cual me escondía día a día para matar hormigas con mis sandalias rusas o checas o chinas. este es el piso de las hermosas tardes de calor, la sala en penumbras y la niña suculenta escapándose de los cuartos de atrás, de la siesta tibia y sola, solita en la sala y la saleta, se quitaba toda la ropa y se revolcaba, feliz. piel sudada sobre las losas cantando bajito las canciones de la radio que se oían por encima de los muros de los patios... feliz de recibir el frescor de esas losas, impolutas porque mi madre se había pasado la mañana baldeándolas con cubos y cubos de agua... agua, agua... mi madre, que nunca permitió que colgaran la chapita del dictador en su puerta, esa que ahora se perfila desvencijada... como todo lo demás que resta en la Fermosa... en mi Fermosa que nunca pudo ser. y entonces, la foto... de pronto, como todas las fotos, traicioneras.
los zapatos y la barriga infantil de la foto son de los tantos que han transitado el suelo de mi casa. tan particular.