ciclonaZo
qué horror, el mar. grises enormes olas embistiéndolo todo, a zarpazos de fiera. y tan bello el mar, ayer, transparente y cálido. así, me bebo un café amargo y frío, observando el espectáculo de tanta naturaleza embrutecida detrás de un acordeón de metal. ven y dime ahora que la vida es bella, con este miedo metido en los huesos, con estos ojos que no duermen. convénceme ahora que camino a oscuras y veo por otra rendija cómo las palmas se doblan y se parten sus ramas al vuelo, cómo se reparten los cocos en el aire y se estrellan como dulces granadas blancas. dime ahora que la vida es un sueño mientras rugen las miles de bocas de viento fétido que nos arrasa. a distancia olfateo el salitre desbocado del mar que salta al cielo huyendo de la furia, de las garras de tanto odio. esto es una naturaleza muerta o a punto de ya morir. total, ése es el precio del paraíso, del sol en tu piel y del espléndido azul marino en tus ojos. azul de un mar infinito, tranquilo y tierno que acaricia tus pies con olitas tímidas sin querer queriendo. qué placer hundir los dedos en la arena caliente y sentir la humedad leve. qué suspiro inmenso sentir su superficie caliente y su beso de brisa antes de hundirte en su agua tibia, y ahora, como el vacío inmenso que deja una caricia leve a un amante indiferente, como el resquemor del deseo ahogado en el olvido, el horror del mar se desboca y te azota, crecido, engreído, amenazante. anda, atrévete a acercarte ahora, dice en sibilantes silbidos de desprecio. mete tus sucios pies en mi orilla, que te voy a comer como el lobo feroz y te voy a triturar para escupirte como un bagaso seco, insolente mamarracho humano. de un soplido te voy a dejar encuero, tiritando y llorando entre todos tus juguetes rotos. y se ríe con esa carcajada convertida en rugido que no termina, que se avalancha contra tu guarida de tejas y cartón y arremete sin cesar. ese eco de viento ensordecedor nunca se irá de tu memoria, grabado en ráfagas repentinas que lo empujan todo. qué horror el mar, que se infla de rabia y se desata como un lazo mal hecho. qué amplios mis ojos que no duermen y ven chispas de sal y arena en los cables de electricidad mientras en la oscuridad, de un rincón, salen las voces viejas que conversan en tono calmado y risueño. hablan del ciclón del ’26. que entró por oriente y acabó cuando ellos eran niños. o del zigzagueo del flora del 63. recuerdan con nostalgia como al otro día de un ciclón en la isla los muchachos salían a jugar en los charcos de agua, sin tanta preocupación, sin tanta bobería como aquí. hablan de los miles de ciclonazos que han pasado por la habana y sigue en pie, urbe orgullosa y firme. hablan de las gigantescas olas del malecón, que tantas veces han inundado a media habana, y allí sigue, con cimientos resbalosos de moho tal vez, pero arraigados al mar, siempre al mar. somos del mar, nuestro dios y dueño. somos la cúspide de la atlántida, reino hundido y desahogado en el mar. somos los descendientes sin agallas, encarcelados en una castrada pecera de cristal. qué horror hoy, el mar, entonces, que nos ataca en una ciudad de vidrio, plástico y cartón, de luces de colores y fachada de sol. aquí los cimientos son falsos, las paredes son huecas y los pecados y violaciones al mar son peores, por eso tanto odio, tanta venganza marina. esta ciudad entera se robó al mar, a las marismas pantanosas inundadas de cocodrilos hambrientos. sin medida cavaron las entrañas de salitre para erguir hotelotes, hotelitos y hoteluchos que sacien tu hambre de elitismo, lujo y lujuria. asfaltaron vías sobre corales y caracoles para que corras tu carro que se alimenta de fósiles y llegues a tiempo al final del camino. trituraron rocas en arena falsa para rellenar las caries en la costa que tanto tragar cochinadas deja. designaron, construyeron y elevaron para abastecerse más allá de lo que hace falta. iluminaron, pintorretearon y maquillaron las fachadas con cirugías rápidas y eficaces para que el espejo del mar les mintiera sobre su belleza plástica, como hacen a las mujeres cincuentonas como última alternativa antes de echarlas a un lado y retirarlas del eje vital y civilizado. así es la cosa pues, no te lamentes, no te quejes como perro lastimero. sal del escondite y da la cara. resiste el embiste por lo menos con porte y estoicismo. éste es el cobro de lo que me quitaron, rugen las olas de un mar sin freno. el pagaré se vence hoy, dice altanero y burlón, y si no, mañana, ya verás.
© om ulloa
publicado originalmente en contratiempo n. 18, p. 29 /2004