Detente, tú. No te acerques. túYtúYtú. Evalúa la distancia cabal, tú. No me mires más, tú. Que tantos ojos me desgastan.
Bah. ¿Cuántos?
Cuatro. Ocho. Cinco. Gatas tuertas con gafas de sol. A diario se deslizan. Sin maullar. Viejas. Cuelgan de las lámparas. A media luz. Ronronean y se quiebra el silencio, a intervalos.
Artríticas y cegatas gatas dolientes. ¿Me puedo reír, de ti?
Siempre lo has hecho. No me importa. Mira, cómo me miran.
Bah. Y qué quieren.
Siempre lo has hecho. No me importa. Mira, cómo me miran.
Bah. Y qué quieren.
Nada. Me observan cruda y vieja. Les gusta el enjambre sinuoso de estos ojos al despertar y verlas. El respingo, la sorpresa. Ver cómo me deterioro. Las capas que caen, todo lo roto añicos en el piso.
Qué gatas de mierda. Y tú, para qué te exhibes, tú tan de cristal trasparente. Tú y tus ojos caídos, prohibidos al sueño. Tú tan preocupada por nada. Ven.
Necesito luz. Voy. Abrázame, yo. Que no me vean.
Bah, si no saben verte. Nunca supieron. Eres inmensa para tan poca vista. Tútútú... SIGUE
No te burles. Cierra los ojos. Apaga la luz.
No me da la gana. Tú me despertaste. Háblame. Dime. De todas esas pesadillas y matraquillas. De las gatas de mierda.
Míralas, arañando la pared. No ves cómo aspiran el vaho de las despedidas, tanta bacteria en las encías.
Bah. Qué quieren, dime.
Que me cosan la boca, quieren. Que me quede manca. Que no hable, que no escriba, que no sea yo el reflejo del polvo. Yo de las cenizas fénix.
Bah, ni lo pienses. El tiempo no carcome lo que la vida amplía. La ausencia devuelve. El borrón nunca es cuenta nueva. Numeritos sobre manchón sucio. Nada más. Los factores, el orden... Cenizas... Bah. Y, qué quieres tú, tú, tú, dime.
Que no me miren más. Que me abandonen en este olvido para siempre. Gatas de mierda temerosas del agua, de la limpieza de una lengua pulcra. Temerosas de las ratas de callejón, bizcas.
Bah. Ve y báñate. Necesitas refrescar. Coge agua, déjala correr, que no la han de beber.
Qué gatas de mierda. Y tú, para qué te exhibes, tú tan de cristal trasparente. Tú y tus ojos caídos, prohibidos al sueño. Tú tan preocupada por nada. Ven.
Necesito luz. Voy. Abrázame, yo. Que no me vean.
Bah, si no saben verte. Nunca supieron. Eres inmensa para tan poca vista. Tútútú... SIGUE
No te burles. Cierra los ojos. Apaga la luz.
No me da la gana. Tú me despertaste. Háblame. Dime. De todas esas pesadillas y matraquillas. De las gatas de mierda.
Míralas, arañando la pared. No ves cómo aspiran el vaho de las despedidas, tanta bacteria en las encías.
Bah. Qué quieren, dime.
Que me cosan la boca, quieren. Que me quede manca. Que no hable, que no escriba, que no sea yo el reflejo del polvo. Yo de las cenizas fénix.
Bah, ni lo pienses. El tiempo no carcome lo que la vida amplía. La ausencia devuelve. El borrón nunca es cuenta nueva. Numeritos sobre manchón sucio. Nada más. Los factores, el orden... Cenizas... Bah. Y, qué quieres tú, tú, tú, dime.
Que no me miren más. Que me abandonen en este olvido para siempre. Gatas de mierda temerosas del agua, de la limpieza de una lengua pulcra. Temerosas de las ratas de callejón, bizcas.
Bah. Ve y báñate. Necesitas refrescar. Coge agua, déjala correr, que no la han de beber.
Sshh, escucha. ¿No las oyes, el imperceptible sonido? Es un raspa-raspa, las uñas de sus garras afilándose en la butaca roja. Zafando los hilos. Destruyendo el textil. Lijando la madera de las patas. Desbaratando. Es mi puta butaca roja, coja, hedionda, maltrecha, pero mía...
Bah. Qué imaginación. ¿Son acaso miradas de papel de lija? Tú no eres madera. ¿Crees que pueden borrarte? Na, tú eres tinta indeleble. ¿Que por qué vienen a mirarte, entrando por tu puerta abierta? Porque aireas, generosa, y te ventilas, matraquillosa. Pareces un papalote en el aire, boca abajo, tus tetas colgando tal globos de agua, tus masas en el viento, tus ojos resbalándose, tu boca abierta... Vas gritando. Chillidos de travesura y cantas desafinada. Boleros. Ves, eres hermosa como un cubo de agua fría, repentino. Por eso vienen, te necesitan. Ese frescor. Eres insoportablemente necesaria.
Mentiras tuyas; no me mientas, tan absurda yo. Para qué te cuento nada. Nada.
Porque soy tu mejor voyeur. Tu yoyoyo en pánico, y sin embargo, tranquila, observadora. Soy yo y eres tú, los factores, y las gatas... viejas, raquíticas, y tú tan fresca...
Ya, pero aparta el polvo de las gatas. Sóplalo. Es dañino todo lo que desprenden. Ambiente contaminado. Ven, abrázame, yotútan necesaria.
Sí. ¿No me sientes, arañándote? Jaaa...
Sshh, tútútú tan pesada. Mirándome cómo me voy yendo.
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