YdormirLAfelicidad

de la felicidad, de eso hablaban las mujeres entre risas, té, café, tortas. amigas. tal vez, que el tiempo se encarga de definir esos conceptos grises. apenas un poquito de sol y nos veíamos después de un largo invierno gris y blanco, sobre todo blanco. y ellas hablaban ahora de la felicidad. me reí desde lo feo y profundo de este interior mío oscuro y húmedo pensando en una ducha caliente, un lejano día de felicidad. ah la primavera, los viajes, los proyectos, la búsqueda de nuevas parejas, la torta de chocolate en la vitrina del café. eso, decían ellas, la felicidad. y yo otra vez pensando que estas líneas que me están saliendo en las uñas no las soporto. como no resisto la felicidad en múltiple blablablá y mientras, pensando en las dos tuberías rotas allá en la playa y en cómo iba a hacer la catalana para resolver aquello y el posdesastre. ah la catalana, rara avis mediterráneandaluza, amiga más que comprobada. bella mi catalana, tantos años y cómo a veces hablar con ella me trae una inmensa felicidad, tibia, llena de carcajadas que surjen y se deslizan sin el menor esfuerzo. ¿viste qué fácil, la felicidad? y las mujeres seguían que si el dinero, que si la economía, que si planes de vacaciones, carros nuevos, planes para cenar, planes para el retiro. ¿el qué? y parpadeé. el quequé retírense ya de mi vista, venga. eLLa me miraba, sabiendo. le hice un guiño. me sonrió. habla poco en general y mucho menos en estas reuniones, para que así todos los disparates sean míos, dice. hoy no tengo deseo, le digo cerrando los ojos. y las mujeres seguían blablablá. la felicidad. es más fácil encontrar... rosas en el mar...

dormir, dormir ocho horas seguidas, siete, seis, eso. por fin lo dije seria, abriendo apenas los ojos. SIGUE
dormir largo y profundo sería una gran mi felicidad. me miraron apenas un instante, bah y siguieron con sus planes. tantos, tantos planes y yo sólo quiero dormir. profundamente. en los brazos del sueño, de la paz, del silencio. que mi mente se detenga y no siga, tacataca, dándome martillazos certeros entre los ojos para mantenérmelos abiertos, yo que no quiero ver. pues tómate una pastilla, me dice una de las mujeres. suspiro. llevo años sin apenas dormir, ¿creen que una pastillita va a lograrlo? anoche, por ejemplo, les digo, apenas una hora y despiértate. otra y despiértate. me tomé unas gotas de melatonina y claro, zas, alucinaciones. me pasé la noche flotando encima de mí misma, flotando despierta mirándome dar vueltas en la cama, sin poder dormir. risas. es que no tienes la conciencia limpia, dice una. la miro. eso, digo, la tengo sucia, tupida. y si de verdad fueras mi amiga, sabrías, pienso, cuán limpia la tengo, tanto, que es el olor a cloro que he usado para limpiarla lo que no me permite dormir. 

eLLa sonríe. déjenla, de verdad que lleva noches sin dormir. ah. me miran con lástima, de pronto. es otro concepto que no conocen, el desvelo y la ansiedad que me domina. el terror. ya de hecho piensan que soy rara, rarita, y encima insomne. siguen debatiendo la felicidad y cómo lograrla. pienso en el peñón de gilbraltar, vislumbrando una mi felicidad de hace tanto jugando en la orilla de la playa con la francesita rubia y frágil. oui oui sur la plage. pienso en las melcochas que hacíamos en casa, una felicidad dulce y dañina. me veo enana matando hormigas detrás de las arecas y luego tirándome a dormir con mi panza amelcochada sobre ellas, en el cemento frío del patio. y dormía y soñaba con piratas cojos y gatos tuertos y el norte, adonde pronto íbamos, el norte. y de lejos oía la voz de mi madre que me llamaba mientras entre mis pestañas la veía raspar el almidón de yuca de la palangana. y eso era sólo la mitad de esa felicidad, completándose una vez que más tarde ella me bañara en esa misma palangana con agua tibia, y luego yo saliera corriendo por todo aquel patio mojada y encuera y ella detrás, riéndose. y en la cama, mi madre me regalaba la más linda felicidad del mundo cuando me secaba restregándome la toalla y dándome besos en el cuello y luego me echaba talco por la barriga, por las nalgas, entre las piernas y se reía toda dentadura blanca y pelo negro mientras me decía, muerta de risa, mi papayita linda, y me pellizcaba y me mordía la barriga y me decía cosas inolvidables de las que hoy ya no me puedo casi acordar. y eso, eso la felicidad. 

miro por la ventana y pasa la gente feliz, empujando cochecitos de bebés en este puto frío. no importa, el nene es privilegiado y está bien abrigadito. mamá y papá llevan abrigos northface y el cochecito es de diseñador y blablablá. llega la camarera con mi café, y quiero sentirme feliz por ese gesto generoso de su parte de haberme hecho un cortadito, pero estoy cansada, casi agotada. y sólo pienso en dormir porque no puedo conciliarlo, el sueño, como pienso en todas las idas porque no las puedo encontrar ni vivas ni muertas escondidas en muros y flores, y pienso en la primavera que ya nunca va a llegar a tiempo, nunca. y las mujeres se ríen y siguen aspirando a ser felices y yo sólo pienso en dormir, ansiando dormir, mientras todos, todos piensan en vivir.