Pues nada, felicidades. Por haber destruido la vida de la gente, virar
al revés la historia, desconchinflar lo poco que había y fundar esa
casta perezosa y funesta que se jura depositaría de tu legado, por haber
corroído los valores y estancado a la sociedad, hacer florecer la
mentira, la hipocresía, el robo, la falsedad y la destrucción. Cada puta
púber, cada pinguero, cada policía corrupto y abusador, cada secuaz,
desde aquí, esta antesala del infierno que es obra tuya por completo, te
desean lo pases de lo peor, si es que los tubos, monitores y sueros no
te hacen sentir peor de lo que ya estás y si tu mente, que puede de vez
en cuando escape algo a la senilidad, te retuerzas sabiéndote inocuo y
fatuo, como esos personajes cruentos a los que la vida ni siquiera
permite la muerte para coronarlos con el ridículo y el olvido.
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