mirahueco aspirante a voyeur:
había una areca gigante en el patio de concreto de mi casa que un día fuera logia. a menudo me escondía entre sus palmas a observar a todos los que venían de visita. siempre fui aspirante a voyeur de vida ajena, siempre tuve ojos imanes y atrevidos. en fin, siempre fui mirahueco.
había una areca gigante en el patio de concreto de mi casa que un día fuera logia. a menudo me escondía entre sus palmas a observar a todos los que venían de visita. siempre fui aspirante a voyeur de vida ajena, siempre tuve ojos imanes y atrevidos. en fin, siempre fui mirahueco.
sabía, por ejemplo, que la llegada de la prima sensual se anunciaba con taconeo de metal y olores estridentes de perfume barato. tenía el pelo negro azabache, cejas anchas, ojos pardos de gitana y boca eufórica delineada a pinceladas de lapiz labial sobresaliente, toda exageración y provocación. solía llevar vestidos ceñidos al cuerpo, desmangados y escotados. se mecía en el sillón de rejilla con las piernas cruzadas y hablaba con mi madre en tardes largas de calor, coreadas por maullidos de gato, el monótono tic-tac de radio reloj y el roce suave de la brisa en la areca mientras yo masturbaba mi lánguido pene, los ojos fijos en los muslos de mi prima.
luego aprendí a camuflarme entre las ramas del árbol de limón, acostado en el muro divisorio, mis pupilas fijas en la hija de la vecina. era una mulata de cobre con inmensos ojos negros, culo amplio y medidos senos que acostumbraba salir desnuda al patio de noche, a coger fresco antes de irse a la cama. se sentaba en una silla de rejilla con las piernas abiertas y echaba la cabeza hacia atrás mientras cantaba las canciones populares del momento... que caminando va, que guarachandova, bellecitaaaa, siesamulataamímequisieraquébanquetico yomeibadar... yo la observaba, lleno de lujuria adolescente, admirando el bronceado parejo de su cuerpo y la blancura de sus dientes que saltaban en la noche con cada cambio de estrofa y ritmo de la canción escogida.
como ahora, que enciendo el radio y me ataca un hit parade de emociones evocando al parejero niño pajero, que dicen que un día se ahogó en la playa por mirón debajo del agua.
© omu/de la antología En el ojo del viento: Ficción latina del Heartland 2004
luego aprendí a camuflarme entre las ramas del árbol de limón, acostado en el muro divisorio, mis pupilas fijas en la hija de la vecina. era una mulata de cobre con inmensos ojos negros, culo amplio y medidos senos que acostumbraba salir desnuda al patio de noche, a coger fresco antes de irse a la cama. se sentaba en una silla de rejilla con las piernas abiertas y echaba la cabeza hacia atrás mientras cantaba las canciones populares del momento... que caminando va, que guarachandova, bellecitaaaa, siesamulataamímequisieraquébanquetico yomeibadar... yo la observaba, lleno de lujuria adolescente, admirando el bronceado parejo de su cuerpo y la blancura de sus dientes que saltaban en la noche con cada cambio de estrofa y ritmo de la canción escogida.
como ahora, que enciendo el radio y me ataca un hit parade de emociones evocando al parejero niño pajero, que dicen que un día se ahogó en la playa por mirón debajo del agua.
© omu/de la antología En el ojo del viento: Ficción latina del Heartland 2004
5 comments:
qué lástima que esos primos nunca se hayan exprimido...
qué final más trágico, eso le pasa por mirahueco.
la foto es genial.
besos
a la prima la hubieran acusado de abuso de menores, por ser mucho mayor... en edad y presencia física
no es una foto, es un dibujo... ¿no conoces el trabajo de Escher? búscalo, es muy interesante.
claro claro, hasta me regalaron un libro una vez y ahí está esta imagen. sorry, quise decir eso, el dibujo.
Los mirahuecos tienen una rica vida mental y eso es muy importante.
Cuidado con los mira,mira de Palmira y los mira tetas de Placetas...
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