4.02.2020

díganlOtOdO

imagen: dressing for the edge of the world @aliensofmanila, insta

hace un mes mempezó. un ca{t(arr)os}. seca, al inicio. una noche de fiebre baja, escalofríos, puñetemierda sobre la colchoneta. aislada. porque el pánico ya. se ampliaba en el reinoDediós. y con vosotros lo peor. pero no es el bicho, o eso aún espero, sin prueba ni testimonio. es, con toda posibilidad, otro bicho que habita en mí desde hace ya multinoches de hospital en unidades de cuidado intensivo con mi padre ablandaron mi inmunidad. multi desplomes posteriores desde entonces, insomne, soy débil mojón callejero que se endurece bajo el sol. sirve lo mismo de alimento para perros o embarrar suelas más duras. todo catarrito se convierte en bronquitis a punto de neumonía. y toso como la vieja fumadora que nunca fui. esa que llevo dentro como todas mis viejas examantes, que no me reconocen a pesar de ser en mí un cenizal. humillos. 

por eso las noticias del virus que ya habitaba entre nos, comida exótica e ignorancias cotidianas, no me cogió de sorpresa. enferma no pude viajar por temor a hacer más daño. no sabía qué tenía y me quedé quieta. inerte. en la distancia diarios ecos de mi madre. no salgas me dice, que hay un virus en españa, y al instante de dos minutos... por qué toses. yesodel virusesequécosaé. nadamami, nada. no toso. carraspeo. mi sobrino en nueva york tiene miedo, lo sé. me manda chistepujos y pujomemes, cosa que nunca hacía antes. y luego... tía, es que papi está en madrid. silencio. salto del sofá con destemplanza de fiebre y tos: yquécoñohaceallí. no sé tía, y no quiere venir. es muy testarudo. dice que esto es bullayarrebato. ah, claro. 

miedo. todos nos tenemos que morir solos, es la gran obsesión. hay que evitar el contagio. morir solo contigo mismo en silencio. hay que saberlo y digerirlo, este momento lo demuestra. por fin cuando en unos días ni bulla ni arrebato en las calles de madrid pudo salir mi hermano, imbécil, de esa nuestra gran ciudad del recuerdo. adonde va a rescatar. año tras año. y yo que no puedo ni pensar en madrid sin sentir que se me afloja el suelo. cuando por fin llega a su destino, mi sobrino, el también viajero culinario a lugares exóticos, me lo promete entonces. tía, más nunca, te lo juro. cierro los ojos y escucho música... mucha música y pienso que no he perdido el olfato... SIGUE

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