5.27.2016

misOJOSsintusOJOSnosonOJOS


OJO: la versión-canción del poema NO comienza hasta el min 1:39

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos, 

que son dos hormigueros solitarios 
y son mis manos sin las tuyas, varios 
intratables espinos a manojos. 

No me encuentro los labios sin tus rojos, 

que me llenan de dulces campanarios, 
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos. 

No sé qué es de mi oreja sin tu acento

ni hacia qué polo yerro sin tu estrella, 
y mi voz sin tu trato se afemina. 

Los olores persigo de tu viento 

y la olvidada imagen de tu huella 
que en ti principia, amor, y en mí termina.


...leyendo a Miguel Hernández, al descuido, como el que entra a misa porque se siente perdido, en la plaza... cualquier plaza, una iglesia... entras y en la penumbra húmeda, sientes una punzada de alivio, lejos del calor, de la gente, del ruido... 


alivio entonces coger el libro, como si fuera una biblia, el día  en que me aventuré a la biblioteca aquella, tan lejos. caminar cabizbaja y de pronto detenerme. verlo, tomarlo, y hojearlo pensando en otra cosa y de pronto... se abre bajo el dedo la página y ves el primer verso. entonces la punzada es otra, y no sabes ni por qué, aún. tú novelucha incierta con tantos capítulos inconclusos. cierras los ojos. no, no te acuerdas, pero sabes, presientes que es un olvido obligado. y nada peor que obligar al olvido a hacer memoria... 

el soneto, lo miras. sí, Hernández, clásico. suspiras. fue en la época de Serrat y su disco al poeta. discazo. Hernández de moda con toda una generación tardía. la mía. hace siglos, lustros y apenas segundos. tic-tac-taca-tá. vuelvo a leer el soneto, y me hinca. y ya, lo veo, el sobre debajo de la puerta, el gesto apurado de recoger la misiva, el papel blanco, la letra ordenada, pequeña. no me canso de decirlo, bah, que la gente debe empezar a escribirse otra vez, ya, tinta arañada sobre papel pero ya. urgente reclamo ese gesto insoluble de escribir cartas. y las de amor... bien escritas, sedientas y hambrientas, debería ser obligatorio pasaje humano. nada de cursilerías. desgarre y vanidad. todo parte esencial de vulgar curriculum vitae, saber escribir cartas de amor, para luego, cuando se apaguen todas las luces, recurrir al recuerdo vacuo de lo que un día --que nos ha de parecer incierto-- nos hicieron sentir. 

y levanto la cabeza del libro y miro a mi alrededor. qué, qué mierda tendrán estas generaciones esclavas de las pantallitas ciberelectrónicas, tan convenientes y adictivas, cuando sean viejos y les venga a la memoria esto... esto que me convulsiona a finales de un mayo horroroso, como todos. ya, tendrán tatuajes, muchos tatuajes... mensajería de marinero triste sobre tanta dermis sin sentido, viejos, sus arrugas colmadas de tinta verde, rayas e imágenes sin palabras moldeadas sobre el papel... con ese esfuerzo de sinceridad que ya luego es tan difícil de lograr. de invocar, heme aquí, sufriéndolo.

la biblioteca está desierta. no hay nadie, solo dos sentados allí, mirando sus celulares. y en mis manos Hernández, polvoriento oliendo a España, a mi yo que fui un día, a mis ojos tristes, pero expresivos, mirándome desde un soneto. versos sencillos que tanto dicen, tranquilos. poesía, ah, cómo necesitábamos la poesía. porque sí, ella, esa, una, aquella, alguien que me quería me envió este poema colado entre líneas de una carta, un día de otro siglo. ah, el horror de vivir entre siglos. un puro horror, olvidar fechas y desmemoriar la memoria cruel. no, no lo recordaba, confieso. a primera vista. pero lo dices y sabes que esas cosas no se olvidan, que entre las letras corridas de aquellas cartas de ansias y delirios tristes, leer todo aquello que parecía tan sincero, a sottovoce, lalalá, blablablá... era, es, será... "...esto que siento por ti... se encuentra en estos versos. Hubiera querido habértelo escrito."

por eso te has detenido, que no se engañe nadie. porque no se puede ser, estar móvil y sentir todo esto. hay que estarse quieto y recordar. dejar que los sentidos se estrallen en la quietud, en tu freno a tanta bazofia en todas partes, y dentro de ti un alivio, otra punzada, la que corrobora que no fue todo mentira. hubiera querido habértelo... qué composición verbal sonada y sonora, qué maravilla que te acuerdes de eso... tanto tiempo escondido, enterrada, y hubieras querido habérselo escrito. bah, dices y levantas el libro, la página del soneto y a contraluz ves todo el olvido obligado chorreándose de una rendija... mirándote, con mis ojos que sin tus ojos no son ojos.