6.15.2016

mercy

Mercy, la rubia de oro. Generosa, sincera, cubana a rabiar. La mejor amiga de mi madre desde la niñez. Que en paz descanse. 

Esta foto fue en Miami, early 60s. Acabados de llegar, jóvenes... creían q algún día volverían. They all lived together, for a while, helping each other in the midst of their confusion. Recogían botellas de refresco y las vendían... Muebles de la basura. Ropa. Luego todos subieron a Chicago buscando mejores trabajos. Desde allí nos ayudaron, nosotros allá en la distante España. Todos permanecieron amigos. Siempre. Hasta el fin, ahora que van cayendo.

Siempre que iba a Miami, la llevaba a comer con mis viejos. Le encantaban las fritas. Pero luego las enfermedades, las penurias, el inmenso dolor. Risueña, me decía... "cabrona, ya no me llevas a comer fritas". El año pasado me pidió que la trajera a Chicago. Le dije, en medio de tanta tristeza y depresión después de la muerte de mi padre, que iba a ser muy difícil cuidarla a ella y a mi madre, a la vez. Y que si había que subir escaleras... Me hubiera gustado traerla, le dije, pero era mucho en ese momento. Lo entendió, pero suspiró un "Ay, es que tengo tantas ganas de ir... Yo disfruté mucho Chicago". Y era cierto. Aún recuerdo las reuniones en su casa de Andersonville en los años 70, la alegría y la esperanza de todos ellos, aún. 

Por eso ayer, mientras la lloraba con tristeza pero sabiendo que el dolor le cogió miedo a su resistencia, la paseé por Chicago, desde temprano, bajo un día espectacular, despejado y fresco. Propio para ella. La paseé por donde antes estaba La Lechonera, que ya no existe, en la Milwaukee... por las ya ausentes bodeguitas cubanas de Logan Square. Por la cámaradecomerciocubana, a la que tan orgullosos pertenecían todos, comerciantes emprendedores a 20F bajo cero. Que ya no existe. Por la Florsheim, donde trabajó con su marido tantos años, que ya no es. Luego manejé por toda la Clark, pasando por aquella cafetería desaparecida donde vendían croquetas y papas rellenas que tanto le gustaban y donde el grupito de viejos cubanos tomaba café. Ya llegando a la Foster, seguí y le señalé dónde estaban sus viejos bolaechurres, ahora gastropubs y restaurantes cambiantes. Entré por su calle, la Berwyn y me detuve largo rato frente a su casa. Recordé aquella vez que le dije que su barrio ahora era de gays, y las casas se vendían carísimas... Y ella riéndose, rubia loca, rubia adorada..."yo fui muy feliz en Chicago". Luego me fui al lago. A llorar todo lo que ya no existe. 

Y ellos, que se van. Que se me van en el espeluznante miedo, yo que tengo una fila de viejos... viejos buenos, mi base, y ya se me fueron dos... Mercy nunca tuvo hijos, pero todos nosotros, aquellos niñitos de la primera ola del exilio y sus penurias, los hijos de sus amigos fuimos sus hijos. Y eso fue precisamente lo que me dijo en mayo, cuando la vi en el hospital, acabado de diagnosticar el mal. "No me da miedo morirme. Pero no quiero dejar a mis niños, a todos mis niños," me dijo triste. 

No, Mercy... no nos has dejado. Sólo te fuiste un rato. Y yo, que cuando te veía entrar por mi casa matancera empezaba a recoger ropitas y echarlas en una jabita para irme contigo, nunca te voy a olvidar. Fue un deleite ser uno de tus niños. Me eseñaste mucho, y en estos últimos años tan difíciles para mí y para ella, tu amiga, a todos diste una gran lección de cómo se debe vivir, y sobre todo, morir. Que en paz descanses, rubia. 

2 comments:

Miguel Iturralde said...

Aunque no comento hace un rato paso a diario y te leo, es como esperar el periódico, pero muchísimo mejor. Escritos como este de Mercy, llenos de amor, me llegan al alma porque sé exactamente de lo que hablas y es como vivirlo.

Lo siento. Si la desaparición o transformación de esos espacios físicos de tu ciudad representan finales de épocas y momentos de tu vida, la partida de tu padre y de Mercy hacen de ese tiempo pasado un presente desgarrador. Un abrazo.

Anonymous said...

Gracias, Miguel. Agradezco todas tus visitas, silentes o bullangueras. Es un logro eso de tener algunos fieles visitantes, ya que los blogs han pasado a la historia, pero para mí sigue siendo un escape y un mantenerme en la búsqueda.

Mercy es inolvidable en mi vida, todo un personaje. Era rubia de ojos claros, un contraste con mi madre trigueña, mami sería y ella alborotadora. Se conocían desde niñas y su amistad era muy linda, opuestos que se complementaban. La vamos a extrañar tanto. Saludos. omu