12.20.2014

à contrecœur

me encanta el número 8. dichoso y rotundo. mi cumpleaños número ocho, el primero con fiestecita, piñata, bocaditos de pasta de langosta de contrabando, croqueticas, ensalada rusa, niñas en batas de tiritas y zapatos de charol, el más feliz de una infancia leve, sana. y adoro el 18, número elegante si los hay, mujer de smoking negro y camisa blanca abierta y tacones, transdegenerado todo mi nubil cuerpo enlazado en el regalo. y yo, sumando y restando ochos. sí, ya sé, totalmente de acuerdo... numerología y astrología, la misma catibía. 

estoy sentada en el banco de mis lamentos, otra vez. toda la mañana perdida, vestida para la ocasión de no querer estar, estando en cuerpo pero no en alma. es por épocas que busco en la suma de los factores llegar siempre a un ocho. giros y vueltas, una sola línea doblándose para darse placer a sí misma. el equivalente de "si pudiera yo mismo/a me la chuparía". eso, más o menos, estaba pensando, sentada en el banco mirando al mar, un plato llano oscuro en la bahía, imaginándomelo en la playa. aahhh, así de estupenda ha de estar, y exhalo justo cuando me sorprendió un ocho mocho, caído de algún momento puesto en su orden numérico bipolar. era un numerito ocho rojo, desteñido, que volaba bajito, a ras del suelo dando vueltas sobre el polvo. ¿a quién se le escapó este ocho? pensé y lo recogí, acariciándolo, papelucho tirado a su suerte. lo estrujé en el puño y me levanté. 


al subir al puente ya en el carro miré al agua. un plato de vajilla translúcida. si no fuera por este mar, esta ciudad-ella descompuesta en sus histerias y vaivenes, no má un pedropáramomaconduno de arenilla de vinilo. y mar sería, si no fuera. y otra vez el mar y yo, siempre el mar. una gran tentación, pensé. izquierda o derecha, titubeando apenas un instante y giré el timón. cosquilleándome el estómago cogí hacia el mar, la mejor opción. veloz y ... su sonido, lo anhelo tanto en todas partes. ese chocar leve de las olas, tal fragilidad de bestia dormida. ese pensarme yo isla de múltiples orillas. dieciocho, pensé, y este diecinueve ha sido fatal. del carajo. qué añito de mierda, aquí clavada en este lugar casi la mitad del año, haciendo imposibles malabarismos. ay quién, quién fui entonces para convertirme en este yo ajeno a mí misma. así iba por la alton, girando entre curvas y al bajar el puentecito sobre el canal, la vi, esfumándose de entre los arbustos de su antigua casa. frené en el parquecito y di vuelta a la rotonda, buscándola. la casa ya no es gris, pensé. cerré los ojos. está brava, me dije, le molesta toda esta jodienda. este jálamelacolcha absurdo. esta yo desconocida, lo sé. a mí más me molesta, disculpa. el infantilismo, el resquemor. juro que, pero... dije y sentí su voz, tenue. diciendo mi nombre, despacio, varias veces. inigualable canción de amor y cuna, de su voz tierna en mis oídos tupidos de viento y distancia. apreté los labios sacudiendo la cabeza y seguí. ven. ven si quieres, le dije, pero no. no vino.

y elmarelmarelmar. huyendo de su voz como de ella un día, hasta dar a las monocromáticas tonalidades del azzurro, capas de hermosura intensa bajo el sol. calorcito suave pero el sol, astro dios, ay. mi gran enemigo. tumbados como si nada, en medio de la vida, mucha gente joven, las vacaciones ya. ciclos vienen y van. muchachas en bikinis. vientres y nalgas. no traje trusa, me dije con pesar, observándolas estirarse mostrándolo todo, tota y todo y yo mirándome vestida para la ocasión de vivir con careta y uniforme. el uniforme de cumplir y dar la cara. reluctantly. y el mar, un plato de cristal azul. fría el agua, tal y como me gusta. la playa en diciembre, mi vida a retazos, filmografía neorrealista en mi mente. porque si no fuera de imágenes, de qué estaría hecha, de qué. de palabras y música, es la respuesta inmediata desde el fondo, oscuro, nunca silente. y me dejé caer en la arena. cinco minutos. vírate. otros cinco, de lado. el sol, cocinando suave, cocinando. las muchachas hablando de novios, riéndose, exponiendo esas nalgas a Zeus el gran traidor. lo deben saber, pero cómo seduce el calorcito, su placer despiadado golpeándoles los glúteos, divinos. y los niños trilingües saltando de un idioma al otro mientras buscan caracoles. conchas. shells. coquilles. el varón se llama mateo y su nombre lo repiten sus hermanitas una y otra vez, haciendo eco. mateo no. mateo ven. regardez mateo. mareo de mateo. qué elasticidad de lengua, y el mar chocando con ellos, sus cuerpecitos de goma repletos de vida auténticos salvavidas. y agua, porque agua somos y aquí estamos, buscándola. el sol picando más y me acerco a la orilla. meto los pies. fría. las rodillas. rica. los muslos, deliciaaaa y ya, el agua una diosa marina que me enchumba de gusto y me tiro, zas splash, con ropa, reloj y todo, no importa. no me importa nada, nada, nada. a la mierda el uniforme y las caretas. a la mierda lo que no sea el agua de este mar, fría y el sol tibio y los niños gritando en tres idiomas a la vez, chillando con el mismo deleite que siento en este momento, libre, mi camisa blanca hinchada de agua flotando a mi alrededor como un salvavidas de pudor. los jóvenes en vacaciones seguro piensan que soy una vieja loca, tirándome al mar vestida, con ese reloj caro y esas gafas oscuras y ese pelo canoso. que nunca fui como ellos, con ese desenfado jovial y esa tocadera entre sí, a carcajadas el deseo y el placer de ser, sólo ser. tal vez sientan vergüenza ajena, por mí, yo que fui ellos hace apenas una vida, así es. ah, y si me vieran horas antes, tratando de "actMYage" por milésima vez, tratando de convencerme a mí misma de que ya no existe en mí esta irreverente que acaba de hacer esta locura que los hace sentir incómodos. ah, yo la professoressa brutale y la imponente señora seria que habla quedo y no tiene paciencia con los estudiantes lerdos y huye de las reuniones absurdas donde no se decide nada, nada, nada. yo la que no soy pretendiendo serlo. bah, a la mierda ellos y su tontería, y chapoteo de deleite y floto en esta maravilla de agua que me han regalado entre tantos pesares. un oasis, me digo sarcástica. pero profundamente lo agradezco al cerrar los ojos. un intenso naranja se apodera de mis párpados y empiezo a llorar. estoy cansada de ser fuerte, de actMYage, de vestirme con disfraces de responsabilidad si lo único que ansío es la desnudez, del alma y desprenderme de la carne y sus ataduras. sus deseos toscos y la vida, enredadera de espinas y siempreverdes engañosos. sí, sólo quiero recuperar el alma porque allí dentro todavía estoy vagando por varadero buscando coquitos acaramelados bajo un framboyán morado. y nada de esto existe, existió. existirá. 

miro al este, hacia la inmensidad azul, eterna, atrayente como imán, destino de mis ojos, llenos de salitre y lágrimas, flotando en un mar que es un plato. agradezco su frialdad de invierno tibio, que no esa asquerosidad de verano hirviente entre las piernas y tanta gente, tanta. horror de multitudes y bacterias entre el salitre. esto es edén, casi. dieciocho diecinueve veinte, cuento mientras las lágrimas me limpian las pupilas, ya casi verdes. en el mar, sólo en el mar. soy una mujer madura. responsable. lo repito, pero mis lágrimas no cesan. la gordita de varadero tiene que morir. reluctantly. à contrecœur. y le pido al mar luz. le ruego que me guíe para seguir. siendo fuerte pero... conservando intacta mi locura en medio de la demencia. de tanta demencia, real y ficticia. y el mar, azul azul azul, me contesta en un vaivén de olitas suaves y lo acaricio, su superficie helada, todo ese mar dueño de mí. siempre.

4 comments:

Anonymous said...

You will make it.

Anonymous said...

De madre y mira que no entraba a joderte hace rato. Quédate en tu banco de los lamentos y no escribas más.

Anonymous said...

Lindo lindo linda. Eres un roble pero mereces descansar y cuidarte. xxxooo

sonora y matancera said...

gracias por el apoyo, nenes.

722, te había extrañado y mira que te aprovechaste que ando en baja... dale