3.25.2014

sexOral

hoy en El Beisman, revista digital




hablemos de sexo. del acto que conlleva la acción de hablar del “concepto” sexual: de llenarnos la boca de invisibles jugos que describan las múltiples interpretaciones de lo sexual que puedan existir.

difícil, ya que no hay cosa que cause más incomodidad en muchos que hablar de “eso”. se les paran los pelos y se les pone la piel de gallina. se ruborizan y muy de vez en cuando a algún que otro “pajero verbal” se le rotan las pupilas y aprovecha la ocasión para soltar chistes y groserías. ¿y por qué tanto pudor? hay varias razones. 

la primera tiene forma de cruz y ha sido trajinada en un librito “sagrado” por autodenominados “padres” y “santos”. tales apelativos dicen sacrificar con su “santidad” la urgencia bestial que nos cosquillea entre las piernas a los demás diablillos terrestres. esa debilidad tan nuestra le da a ellos el poder divino y paternal de guiarnos, aprobando o no nuestras acciones con castigos y llamamientos de acción a los ejércitos celestiales que han pasado a mejor vida, sin que les pese la ingle. sin embargo, muchos de los “padres” terrestres más “santos” e importantes no reprimen ni sacrifican su inclinación por las túnicas y joyas ni por la carne joven e inocente. el sexo, o la prohibición del mismo, es algo clave en la hipocresía entre tanto santo. lo que explica mucho o poco, según se quiera ver, sobre el tema. SIGUE

y… ¿por qué tienen los “santos” vela en el entierro sexual si supuestamente no practican el velorio? ¿qué derecho tienen para dictar lo que podemos o no hacer con nuestra croquetica o albondiguita de “carne”, apetitoso manjar que todos degustan, sean o no vegetarianos? ¿acaso no fue orden del famoso protagonista del librito y de la crucecita aquello de “meteos mano y multiplicaos”? antes de ser santos, ¿no eran los profetas “hombres de familia”, con el domingo asignado para echar con calma el penanzuelo al pozollo y disfrutar de la multiplicación de los peces y los bacalaos? eso de la santidad y el sacrificio más bien pareciera conspiración entre “santos” para crear esos palacetes del morbo que se llaman seminarios y conventos, donde ellos llevan a cabo su desahogo animal en privado. pero ése, claro, es otro tema, bajo la categoría de tabú perfumado…

la segunda razón del puritanismo reaccionario a hablar en público del sexo y aún más de su práctica al aire libre, es el mito de que es algo sucio y por lo tanto, debe hacerse en la oscuridad. como robar, linchar, violar, incendiar, matar… buenas acciones compañeras (todas condenadas en el librito susodicho, vale añadir) para algo que, se enfatiza, debe ser la culminación de ese tan encumbrado concepto del “amor” entre dos personas. de hecho, cualquier expresión puramente sexual —más allá de un beso bucal— en público, a la luz del día o bajo el bombillo de la noche entre un hombre y una mujer es por lo general considerada exhibicionismo de “mal gusto”, y “escandalosa y de muy mal gusto” si sucede entre dos personas del mismo sexo, lo que puede ser hasta un delito en ciertas culturas. 

la clave es “en público a la luz de”, porque la idea es mantener el acto en privado y sobre todo en la oscuridad. de la misma manera que se mantiene a oscuras, mal informadas y llenas de prejuicios a tantas mujeres, sean pobres o analfabetas —y a algunas más o menos ricas en plata pero pobres en materia gris— del mundo. ignorancia que a muchas conduce a parir un sinfín de hijos por sus suciorificios sin tener la preparación ni los medios necesarios para mantenerlos. pero ése también es otro tema, derivado de los “santos” libritos y sacrificios varios, bajo la abultada categoría de tabú perfumado…

la tercera razón, opino, es la ineptitud sexual de la gran mayoría, que viene de la mano de las razones y tabúes anteriores, claro está. como el género masculino se ha declarado jefe de la tribu humana (porque la fuerza bruta siempre manda), el problema cae en sus manos. y por lo general, ineptas manos son. ese detalle, tan importante, no se proclama a los cuatro vientos, pero se sabe: el porcentaje de mujeres que llegan al orgasmo en coitos “normales“ con hombres es desconcertante, por eso hasta gran industria es hallar “la cura”. claro que sería más barato y saludable que estas mujeres insatisfechas pidieran sin temor a “su hombre” que use más la lengua donde debe a que se intoxiquen ellas con substancias químicas, pero ése también es otro tema, muy parecido a aquél ya arcaico “top-hit” de la “revolución sexual de los 60”, que suena así: cuánto mejor hubiera sido si “ellos” hubieran usado condones y prudencia en vez de que “ellas” se vieran expuestas a años de peligrosas píldoras anticonceptivas, diafragmas y enfermedades venéreas, con los ConseCuentes efeCtos seCundarios que marCan hoy a toda una generación de mujeres.

y es que aparte de las diferencias de diseño y función dispar de los aparatos a usar en el acto sexual entre géneros distintos, digamos que tal vez inconscientemente el “hombre en jefe” siente cierta culpabilidad al estar haciendo algo “sucio y en la oscuridad” —según lo que dicta el librito— y en la mayoría de los casos, con hembras que no reclaman mucho dada su ignorancia sexual, algo aceptable en casi todas las culturas. por eso un gran número del grupo macho —no todos, aclaro con fervor antes de que me suenen acusaciones varias— no tienen mucha motivación para satisfacer a una mujer a otro nivel que no sea el coito, con la intención de preñarla, resultado que puede o no dar satisfacción a una hembra humana, quien a veces es dueña de cierta elección en estos casos… acción que también se categoriza en el librito como tabú, y no muy perfumado.

pero no todos los hombres y mujeres del mundo son seres ignorantes hundidos por la religión y la falta de educación, dicen las encuestas. existen otros ineptos de ambos sexos. llamémosles los “informados sexuales”. éstos son peores porque disfrazan el elemento animal del que presumen los ignorantes. los “informados” tienden a ser miembros de la clase media y pa’rriba, y suelen tener cierto nivel de escuela. asumamos que saben quién es madame curie, freud y borges, por aquello de que a los cultos les gusta mucho identificarse por apellidos. saben lo suficiente, pero tal vez no lo esencial: coger, follar, fuck, singar y otras descripciones plebe del acto sexual.

también hay “sabihondos sexuales”, los que han estudiado el tema: kama sutra, kinsey, anaís nin, colette, masters y johnson, técnicas asiáticas y orgías estudiantiles. éstos suelen ser intelectuales —filósofos, artistas, músicos, escritores, pintores y algún que otro degenerado. ellos (que por lo general lucen descuidadas barbas y ojos afectados por alguna droga alteradora de la realidad) y ellas (que tienden a ser serias y estudiosas, pero tienen su toquecito provocador en algún que otro ceñido vestido negro y el pelo suelto de vez en cuando, escotes medio abiertos y saludos en voz pausada y ronca mientras muerden una perlita de su collar) han dedicado horas al estudio tanto teórico como práctico del asunto y se creen maestros del mete y saca, o eso que prefiero llamar yo la "fricción con conmoción".

irónicamente, los “sabihondos” tienden a huirle a la oscuridad y prefieren los callejones, aulas, teatros. pero aunque buscan la luz, les excita el aspecto secreto e inmoral del asunto y entonces lo hacen en callejones, pero detrás de los basureros; en aulas, pero debajo del escritorio del profesor; en teatros, pero en los asientos de la fila de atrás. estos conocedores del asunto son expertos en teoría sexual y saben lo que significa orgasmo, bondage, felatorismo, cunilinguo, sodomizar y términos así de difíciles. ahora bien, en la práctica por lo general dejan mucho que desear. y es que no es lo mismo que te imploren, en medio del calentón de órganos desafinados, “te quiero hacer cunilinguo” que oír una voz alborotada decir que quiere sentir su lengua mojar/chupar/mamar tu erecta diadema sexual, sea grande o chiquitica.

ahhhh… y ahí está el detalle cantinflero, que no es primo del cunilingulero. hablar, lo que se dice hablar del tema no nos gusta tanto, pero… hablar sucio durante el sexo, eso ya es otra cosa. y es que hablar sucio durante el sexo es importante, pero más importante es hacerlo sin caer en lo vulgar tirando a lo cochino, abismo imperdonable. y esa frontera es casi imposible de no violar porque, por ser tabú, ya en principio el sexo es algo sucio, así que si lo acompañamos de alguna que otra palabrota, el círculo vicioso se completa estupendamente. es como si al gazpacho no le pusiéramos tomate ni al tamal maíz. y ahí es donde fallan, aunque algunos follen y otros felen, los intelectuales del sexo. aunque se liberan un poco de la oscuridad y lo inepto, por lo general no saben ponerle la adecuada sazón cochinita y picante para que el revolcón sea sabroso y satisfactorio de verdad.

entonces, volvemos al punto de partida: ¿por qué nos causa tanta picazón e incomodidad hablar del acto al que más importancia se le da, aquél que por definición (hacer el amor… como si de verdad se pudiera “construir” ese concepto) nos debe hacer sentir cómodos, relajados, sabrosos, abandonados al placer físico? ¿será entonces porque es un acto… comunitario? o sea, que para que sea bueno de verdad, debe ser algo entre dos…o más. ah, ya. a ver: así que nos tenemos que desnudar ante otro ser y compartir con él o ella intimidades que ni con el espejo se atreven muchos, y dejar que nos rastreen, nos ausculten, nos pasen la lengua por aquí y por allá, nos huelan, nos mojen y nos sequen, nos aprieten, nos penetren, nos muerdan, nos observen a lo descarado y luego nos duerman con canción de cuna. y es que, en juegos carnales, la ecuación en la que el orden de los factores nunca afecta el producto es: sexo x/+/÷ sexo = vulnerabilidad.

los seres humanos somos los bichos más vulnerables del planeta. pero lo somos aún más cuando andamos en cueros y en plena animalada, cuando no queremos acordarnos de la abuelita que siempre decía “que la gente decente no habla de esas cosas”. chist, pues. callad, gente decente, callad y no miren allí donde los indecentes se atreven a gozar y hablar de eso que tanto nos conmueve. el sexo hay que explorarlo en lo carnal y en lo verbal… abierto, crudo, embelesador y majestuoso, cochino y caliente, voz crujiente que declama lo que la carne clama… además de acto y razón por donde empieza o “se” empieza a gozar la vida. ya ven, nunca un pasivo impersonal fue tan personal.

1 comment:

Anonymous said...

Cuanta verdad. Muy bueno. Jeje