6.17.2013

ciudadella y el amour-fufú 6.17.13
© om ulloa
@ t u m i a m i b l o g

yo que ando pateándome la cubanía exaltada que me abrazó serpentina.mente con el des.embarque de la meno.con.pausa me siento menos cubana que nunca cuando bajo a fisgonear.me en los espejos silentes de la mini.patria, esa pequeña gran ciudadella que llaman mi.ah.mi. medio.cubanita ñona mi sucia yanquiadorable girliewhore mi latinabitonga que reclamo al pesar o tal vez al pasar. y quizás hasta a la deriva que no es lo mismo que derivarse. y es que aunque yo la ame, a retazos, mi ciudadella no me recl.ama. bóbicagobiante en su dizquemagia, quiere siempre costuras sin parches, ignorante que la vida es zurcir y zurcir pedazos rotos.

es un desgarrado amour-fufú el nuestro. lo sabemos, pero seguimos intentándolo cegadas ambas por la fantasía textil y vaporosa —hijas de un ayer de guinga, encaje, tul y tafetán— que se interpone en la realidad de décadas idas y venidas en vanos remates del hilo frágil que hacemos del mar. y siempre, después del apasionado beso de bienvenida, revolcadas en la playa con arena y salitre en los labios, tras cada consecuente y lenta penetración de mis pies en su jungla urbana siento resurgir el despecho. se nos raja el dobladillo con tal animosidad que, el coito inicial desbaratado por el runrún del tráfico de la Collins, le digo que tengo hambre. ciudadella me mira con disgusto-de-yo-no-soy una cajita mimi-mágica rellena de croquetas gourmet. entonces me quejo yo, quemada de sol bajo su cielo abierto, esperando milagros descender de él o al menos una guagua que llegue a tiempo. ciudadella me mira perpleja en la distancia, chata aunque ya con frecuencia vestida de rascacielos de torpes reflexiones, blanquinegra esclava a pesar de sus coloreadas torres libertadoras, pirata tuerta de artísticos buques, que ya ni naves ni galeras del olvido. amplia ella, mi vida y tan estrecha yo, mi cielo. 

por eso, de tan desmemoriada conmigo mi ciudadella es cruel. me lo explican sus aromas de mujerzuela que suda pestes tanto como perfumes mientras me bamboleo en sus transportes leves y tardíos. le tarareo sus frecuentes cambios de camisa. del poliéster sesentero al rayón setentero al algodón ochentoso, bordadas con esmero o de refilón, allí, en la gran pequeña factoría de sueños y rabias hoy como ayer me grita su malolor en tintulares que corren como sangre negra en sus canales y desagües. pero hoy como mañana me espolvorea aroma miel azahar en el brillo del atardecer desde el cayocayne, ella galán de noche como si fuera apenas ya futuro, por fin. o como cuando aún nos éramos fiel, yo norte y ella sur sin esperar nada más que el medio para crecer. luego, sin titubeo a pesar del desliz, me adentro en su centro a robarle esencia y zas, me lanza al rostro la plasticidad resistente de su gente silicona y flotadora salvavidas y yo, indecente, queriendo ser sólo carne y deseo profundo. así fue. siempre, así.

pero ciudadella prefiere no recordar mi joven sombra devota por los portales de sus casitas sagüeseras, delineando mis dedos caricias primerizas sobre aquellas palmitas inclinadas en movimiento de brisa pasajera, envolviendo aquellos números deco-cha-chá que tanto mentían indicando dirección.hogar, estabilidad, aunque creíamos ser sólo pasajeros. todos se quedaron y la tomaron, a la fuerza. yo no. la abandoné y la fui tomando a intervalos miedosos. cabal hasta le pedía permiso, le recuerdo ahora, y de lejos nunca apresuré el amor por temor al desamor, sabiéndolo siempre amenaza distante. en la distancia la quise menos o más, exagerándola, ambientándola e iluminándola como ambiciosa peliculita de escuela de arte, actuándola con malas actrices vestidas y desvestidas para la ocasión, salpicándose sus cabecitas rodantes en bañeras y peceras mientras pasaban los trenes sobre resbaladizos rieles de hielo y luego en los peldaños viciados de sus pirámides invisibles, sus esmaltadas uñas tomato-red arañando la flor y nata de la papaya verde y prohibida. y ciudaella, femme fatal al fin, permitía la manipulación de la camarógrafa y directora dramaturga con todo el femielenco. juraba que le gustaba tal adulación y a cada quien daba lo que quería tomar, dadivosa y viciosa, egoísta y generosa, maldita mendiga elegante lista para cada baile, para cada transformación, para cada burbuja de ilusión. y dándose a tantos la perdí en la lejanía, otra vez. y en las bolas de cristal de mis horizontes inciertos como viejos fotingos aceitados con falsos elogios no se veían gables ni groves ni glades ni mi sombra acariciándola toda entera. así regresaba a veces en la memoria a recuperarla urgente, añorándola por fea, pérfida, pero tal vez mía, quién sabe si única.mente.mía.

por eso hoy la camino, como siempre, con lentitud y buenos modales. soy un bicho raro sobre su carapacho ajado. o una lenta tortuga ajada sobre su eterno carapacho. me lo grita alguien desde un descapotable —motorízate, coño— y me exaspera, yo caminante casi virtual. los veo pasar en sus carros, carritos, carrozas y aún hoy no comprendo el constante carnaval. y mucho menos la prisa a ningún lugar. pero sigo, la extra.vagante que se bajó de la guagua helada para pasearse entre las higueras coralwayanas bambanyanas como quien ansía derretirse aquí y convertirse en macizo tronco después, para quedarse petrificadarraigada a la fuerza. y ciudadella lo sabe porque voy mirándola como se mira a una vieja amante. con cariño y débil deseo. la conoces de punta a cabo y ella ahora no quiere ni verte. las pupilas, sin embargo, cargan la memoria y agradecen el instante que fue silente.divino.adecuado en cualquier street, road, avenue, place, court o sinsabor cartográfico inspirado bajo flamboyanes morados y playas tibias. nosotras solas entonces en la terraza del cardozo antes del desborda.miento del Hudson y sus epidemias al sur, ciudadella y yo y los fantasmas en un piano donde la mora cantaba boleros. o ciudadella en los cuartos del carlyle las noches de años nuevos ya tan viejos. desenvuélveme, exigía mi ciudadella y sus fantasmas gritando sáquenme de este cartucho de falsa moralidad. por eso, poseídas por el mutuo despecho, hoy nos dedicamos maldiciones que emanan con saña de su asfalto.cubre.corales hacia las suelas de mis chancletas. no importa, le digo, son suelas gruesas como las paredes de la memoria, donde habitas. ciudadella salivea con rabia que por qué me caminas y no me ruedas, por qué me miras y no me admiras. ruge enojo porque me sabe necia, persistente conocedora de sus errores. impaciente mi.ah.mi ciudadella, le digo. y la calmo con sonrisitas torpes. se alisa con gravedad de mujerzuela que quiere ser dama seria-con-feria-de-libro-internacional-y-todo, mírame. artística-con museos-en-la-bahía-turísticos-y-todo, mírame. deportista basquebolera-pelotera-futbolera y hasta derbyjinetera, mírame. y la miro, la admiro casi, casi, le digo. mi respuesta no le gusta. es celosa, posesiva, ciudadella poco liberal en eso de compartir amores. o eres de aquí o eres de allá. porque aunque no me quiera, ciudadella me quiere devota, pendiente de sus antojos, sus pecadillos aceitunados y constante arroz con mango y empellitas grasientas de su mentalidad insular. me salivea lo de las geografías y su politiquería a mí que sólo quiero achicharrarme en sol y ser solo eco crujiente y pasajero como una mala indigestión. a mí, tan grosera con ella, cubarde con ella tan envalentonada. a mí tan densa y mi ciudaella tan transparente en su lo-que-ves-es-lo-que-hay.

entonces, harta de mí, salvaje me truena y relampaguea como buena bruja de tempestades que es y me empapa de burla fría que, aunque refrescante, no es lo que yo ansío de mi.ah.mi eterna ciudadella.